lunes, 15 de septiembre de 2014

Isfahan, la Perla de Oriente en siete experiencias

Con un impresionante patrimonio arquitectónico (16 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad), una cultura fascinante y un pueblo afable y extremadamente hospitalario, Irán esta llamada a ser un destino turístico de referencia en los próximos años. La antigua Persia guarda además uno de los tesoros más valiosos y mejor preservados de todo Oriente, la ciudad de Isfahán, conocida como Nesfe Jahan, “La mitad el mundo” a cuya irresistible belleza Duke Ellington sucumbió dedicándole una de sus músicas más memorables.



Ebrios de poesía después de nuestra visita a Shiraz y un poco aturdidos por el peso de la historia tras Persépolis, continuamos nuestro viaje por la antigua Persia para encontrarnos con Isfahán, una ciudad de belleza casi mística llena de vibrantes zocos, exquisitas mezquitas, cuidados jardines y donde, sobre todo, encontrarás la que es seguramente la plaza más bella de Oriente, Naqsh-e Jahan. Te contamos las 7 experiencias para sacarle el mayor partido a esta impresionante ciudad. 


1. MARAVILLARSE EN NAQSH-E JAHAN ¿LA PLAZA MÁS BELLA DEL MUNDO? 


Desde hace mas de 30 años y siempre que puede, Kader se sienta junto a la mezquita Masjed-e Shah, en uno de los extremos de la plaza Naqsh-e Jahan para contemplar el fascinante espectáculo de cómo las tonalidades azules de sus imponente edificios van transformándose en un paleta de inesperados matices a medida que avanza el día. 

“A Naqsh-e Jahan -nos dice este veterano alfarero- hay que venir por la mañana para admirar su grandeza, al atardecer para contemplar la luz mágica que se proyecta sobre sus mezquitas y por la noche, ¡ah! por la noche, la majestuosidad de los edificios iluminados y el sonido del agua batiendo en las fuentes te hace sentir que verdaderamente ante ti se encuentra la “Mitad del mundo”. 

Sigue el consejo de Kader para descubrir las muchas facetas de esta joya del siglo XVII, patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que posee alguno de los edificios más imponentes del mundo musulmán: la puerta Qeysarieh que se abre al bullicio del bazar de Isfahán, la mezquita Lotfollah, el Palacio de Ali Qapu o, justo al Sur, la mezquita Masjed-e Shah, delante del cual se realiza el Namaaz-e Jom'eh, el rezo de los viernes de los musulmanes. 


2. CONOCER EL ARTE DE LAS ALFOMBRAS PERSAS (Y QUIZÁS COMPRARSE UNA) 


Las alfombras son un elemento esencial de la cultura persa cuya confección se ha convertido en un arte del que los iraníes se muestran extremamente orgullosos. La alfombra es efectivamente una cuestión capital en esta República Islámica: existen aproximadamente 1,2 millones de artesanos que tejen cada año unos 5 millones de metros cuadrados de alfombras que se exportan a más de 100 países. 

Pero no todo va a parar al mercado internacional, una parte importante de esa producción sirve para abastecer una importante demanda local. Sí, no hay un solo hogar iraní que se precie de serlo donde no se encuentren al menos un docena de alfombras. Para el salón, cuyo suelo esta literalmente cubierto, se reservan las mejores piezas y sobre ellas es frecuente que los diferentes miembros de la familia se acomoden para las comidas. Esto fue lo que nos ocurrió cuando unos simpáticos isfahaníes nos invitaron a almorzar a su casa. Comiendo el tradicional kebab de cordero sobre la alfombra no pude evitar pensar en la cara que pondría mi madre si me viera en aquella tesitura, ella que no nos permitía pisar su adoradas alfombras (dudo que fueran iraníes) del salón de la casa so pena de castigo ejemplar. 


Obligatorio, pues, una inmersión en el arte de las alfombras iraníes. En nuestro caso nos dejamos caer en la emboscada tendida por un joven que nos abordo a la salida de una tetería con la promesa, absolutamente cumplida, de enseñarnos este arte antiquísimo sin presionarnos a comprar nada. Y así, una calurosa tarde de mayo, con una taza de té entre las manos en un inmenso almacén con miles de valiosos tejidos, aprendimos acerca de la técnica que ha hecho famosa las alfombras iraníes en el mundo entero así como sobre los diferentes tipos que existen: Farsh / Qāli, (alfombras de gran tamaño) Qālicheh (alfombras pequeñas y las llamadas Nómadas, Gelim) llamadas así por ser confeccionadas por las tribus itinerantes, normalmente de vistosos colores y técnica menos apurada que la de sus “hermanas mayores”. 

No soy muy de alfombras, pero tengo que admitir que casi me dejo tentar por alguna. “Cuanto cuesta esta?- pregunto. “6000 euros”-me dicen. “Un poco cara, ¿no?” “Bueno-me dice el solvente vendedor-La alfombra iraní más cara jamás vendida fue una pieza del siglo XVII por la que se pagó más de 33 millones de dólares en el ano 2013.” Ante mi cara de horror me tranquiliza para decirme que desde 300 euros puedo encontrar algo que no esté mal…Ya, pero ¡a mi me gustaba la de 6000 euros! 


3. ASISTIR A UN ESPECTÁCULO DE PAHLEVANI EN UN ZURKHANEH 


Deporte, circo, teatro y religión todo en uno. Literalmente Zurkhaneh significa “La Casa de la Fuerza” y es el lugar donde se practica el llamado Pahlevani, un ritual que combina deporte, religión y teatroy que toma diferentes componentes de los valores éticos, morales y filosóficos de la civilización iraní. El Pahlevani fue una gimnasia ancestral de entrenamiento de los guerreros conocido como “El deporte de los Héroes”. 

No fue fácil, pero tras interrogar a varios locales encontramos un Zurkhaneh donde fuimos invitados a presenciar uno de los entrenamientos. A las mujeres no se les permite el acceso a estos gimnasios tradicionales, pero a mi, en calidad de extranjera, no me pusieron ninguna objeción. Son las 10 de la mañana y una decena de musculosísimos varones de todas las edades se preparan en la superficie circular del gimnasio. En las gradas pocos asistentes, y nosotros, los extranjeros, recabamos casi más miradas que los fibrosos atletas.
Comienza la ceremonia y al son frenético de un tambor los hombres comienzan a ejecutan varios ejercicios en una sincronía perfecta. El que parece ser el líder canta y recita versos de poetas iraníes. Por turnos, ejecutan ejercicios malabares o con pesas e incluso, en algunos momentos, parecen entregados a una especie de baile frenético girando sobre sí mismos. Difícil encontrar una definición para este original y peculiar espectáculo que no puedes perderte bajo ningún concepto. 


4. TOMARSE UN TÉ EN EL HOTEL ABASSI. O MUCHO MEJOR, DORMIR ALLÍ 


Lo intenté casi todo para conseguir una habitación en el Hotel Abassi, pero fue imposible. Más de tres meses antes de mi viaje el que fuera un famoso “caravanserai” (Madraseh ye Chahar Bagh) estaba ya abarrotado. Al teléfono pregunté al encargado si podía ponerme en la lista de espera, a lo que ni se dignó a contestarme como si hubiera hecho la pregunta más absurda del mundo. “Pero esto es Irán-me dije- ¡aquí se supone que no viene nadie!”. 

Lo confirmamos, todavía no hay muchos turistas en este país pero todos parecen conocer el secreto del Hotel Abassi, un extraordinario complejo construido hace unos 300 años en la época del rey sultán Husayn de Safavid, un exquisito ejemplo del esplendor persa cuyas arañas y murales en las paredes nos recuerdan una época opulenta de reyes y princesas muy alejada de los velos y sobriedad del actual régimen de los Ayatolás. 

Si como nosotros no consigues quedarte en el Hotel Abassi confórmate con tomar un té en sus jardines. El servicio es peor que malo pero la sensación de encontrarse en la antigua Persia no tiene precio. 


5. CENAR EN EL BARRIO DE MODA DE JOLFA 


“No, imposible. Esto no puede ser Irán”. En el barrio armenio de Jolfa (donde viven aun unos 5000 cristianos) las estilosas boutiques de ropa y los cafés llenos de jóvenes ultra modernos se suceden en las calles alrededor de la catedral de Bank. Es desde luego el “otro Irán”, el de los i-phones, las marcas internacionales y el deseo de conquistar más libertad. 

Aquí nos recomiendan cenar en el restaurante “Hermes”. La sofisticada decoración y los guapísimos y modernísimos camareros nos hacen por un momento dudar de donde nos encontramos realmente. Las chicas llevan el obligatorio pañuelo en la cabeza (en realidad, lo llevan solo hasta la mitad de la cabeza, ¿mini-velo?), pero el resto del atuendo lo componen tacones de vértigo, pantalones ajustados y elaborados maquillajes. 

La comida que tiene poco de iraní, es excelente, pero más interesante aun es contemplar el espectáculo alrededor. Imperdible. Restaurante “Hermes” (Jolfa Alley. Nazar St. Isfahan, +98 311 629 3350) 


6. FUMAR UNA PIPA DE AGUA EN UNA TETERÍA TRADICIONAL 


Hombres por un lado, mujeres y familias por otro. Nada de mezclarse en los lugares públicos siguiendo los códigos musulmanes más estrictos. Pero como siempre una despistada (digamos que soy yo) no se da cuenta y se instala en la parte de los “caballeros” ante la mirada atónita de los que allí se encuentran. No hay dramas, amablemente me “repatrian” a la zona de mujeres con la sensación, eso sí, de haber transgredido algún código fundamental. 

Esto es lo que te puede pasar en la que probablemente es la Tetería más auténtica de Isfahan, la tea-house Azadegan. Escondida en una calleja aledaña a la plaza Naqsh-e Jahan se encuentra este maravilloso lugar, lleno de lámparas y cachivaches colgados del techo en un ambiente decadente lleno de encanto. Azadegan Traditional Tea house- North East of Eman Sq, tél 983112211225. 


7. PASEAR POR LOS PUENTES SOBRE UN RÍO SIN AGUA AL ATARDECER 


En total 11 puentes unen las dos orillas del rio Zalandeh (seco, sequísimo) que parte en dos la ciudad de Isfahán. Los más impresionantes son el Pol-e-si-o-seh y el Pol-e-Chubi de exquisita arquitectura. Pero aquí, se viene sobre todo a observar a las familias paseando al atardecer, losjóvenes charlando en grupos intentando escapar de la reprobatoria mirada de los mayores. Este el lugar, nos dicen, para “echar el ojo” a alguna chica, o escaparse de la estrictas reglas que rigen la vida social iraní.

Fuente: Traveler

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