viernes, 25 de abril de 2014

Lanzarote en coche: las rutas de la isla perfecta

Diferente. Fotogénica. Bella. La isla de César Manrique nos traslada a otro mundo. Este es nuestro recorrido 



Lanzarote es un reducto mágico, una isla salvaje y volcánica que se convierte en destino ideal a la hora de desconectar de la rutina. Dado su escasa superficie, de poco más de 800 km2, las distancias son cortas y los lugares de interés quedan a mano sea cual sea el lugar de estancia en la isla. Tanto es así que los dos puntos más alejados del territorio sólo están separados por 71 kilómetros, lo que hace recomendable alquilar un coche para recorrer sus parajes con rapidez y sin acusar cansancio alguno. 

Puede comenzar la ruta por este edén rocoso en el extremo norte. Aquí se encuentra el Mirador del Río, una gran sala construida en piedra con enormes ventanales. Es un lugar a 480 metros sobre el nivel del mar y excelente para observar no sólo Lanzarote sino el archipiélago Chinijo, también compuesto por los islotes de la Graciosa, Montaña Clara y Alegranza. Un paisaje de acantilados y lleno de azules en el que se respira paz. 

Desde aquí se toma rumbo sur disfrutando de las vistas del Monte de La Corona y un desvío al este conduce a la Cueva de los Verdes. Se trata de una espectacular formación surgida por una erupción prehistórica del volcán del citado monte. Pertenece a un sistema de tubos subterráneos y su recorrido turístico tiene 2 kilómetros, siendo uno de los tubos volcánicos conocidos más largos del mundo. Para recorrerlo habrá que dejar el coche por un momento y disfrutar de la dramática ambientación con música y luz. 

En la cercanía se halla Jameos del Agua, una gruta de similares características y origen, pero con un lago en el que habita una peculiar variedad de cangrejo albino ciego. El paraje natural está aderezado con el toque del arquitecto César Manrique, conocido artista de la isla que ha dejado su seña de identidad en no pocos parajes, convirtiéndolos en una especie de museo de naturaleza salvaje. Las playas de alrededor por sus corrientes de aire son todo un paraíso para los windsurfistas. 

Continuando al sur por la ruta que lleva de nuevo al interior se llega al pueblo de Haría, un oasis de vegetación dentro de la isla. Por esta zona bendecida con lluvias, se puede disfrutar de la arquitectura popular lanzaroteña y de sus diminutas y blancas casas con ventanas azules y verdes. De vuelta por la carretera hacia la costa, la ruta pasa por playas caprichosas con lagunas de lava solidificada a modo de piscinas naturales, hasta el poblado de Mala. 


Un poco más al sur, en Guatiza, es preciso visitar el Jardín de Cactus, presentado por una gigantesca escultura de tal planta. Es nada menos que una plantación de las más diversas especies de cactus canario, americano y malgache que se dispone sobre una antigua cantera con forma de anfiteatro, en un nuevo esfuerzo de Manrique por crear arte natural. También se conserva un tradicional molino canario de hacer harina. 

Vino y mercadillos 


La senda continúa más al interior hasta Teguise, antigua capital de la isla. Es una ciudad muy solitaria entre semana, casi fantasmal pero muy limpia y cuidada. En cambio el domingo es día de mercado y las calles se llenan de puestos y de color. Si se quiere llegar al mercado se aconseja ir temprano para no tener que dejar el coche muy lejos. Más al sur está el Monumento al Campesino, una nueva obra escultórica que César Manrique dedicó a los labradores de la isla. 

Tras pasar por otros pueblos diminutos de tez blanca y palmeras como Tiagua o Tinajo, se encuentran las tierras vinateras de La Geria, donde se descubren particularidades del cultivo de la vid. El sistema pasa por limpiar el terreno, poner tierra fértil cubierta de cenizas y construir semicírculos con rocas de lava para proteger el fruto del inclemente viento isleño. Así consiguen que la vid retenga la humedad nocturna sin sufrir el azote diurno del sol. 

Es preciso acercarse a la costera villa de Puerto del Carmen, centro turístico con grandes playas de agua cristalina y calmada, con una de las ofertas de comercios y restaurantes más esplendida de Lanzarote. La ruta seguirá hasta Yaiza y de allí a Femés, una antigua guarida de piratas subida en una pequeña montaña. Es disfrutable esta parte del camino, por una carretera complicada que ofrece bonitas vistas tanto del paisaje como de la arquitectura popular. 


De vuelta al norte por la costa oeste se puede admirar la blanca estampa de las Salinas del Janubio. Ya en el Parque Natural de los Volcanes hay que visitar los Hervideros, dos agujeros en la lava por la erosión del agua, que choca con gran violencia. Más al norte está El Golfo, un trozo de cráter con una laguna a la que las algas le confieren un tono verdoso. El agua se comunica vía subterránea con la playa de rocas negras que consigue un aparente resalte cromático. 

También se puede atravesar por carretera el Parque de Timanfaya y disfrutar de su paisaje costero que desemboca en playa Paraíso. Tras esta experiencia insólita que traslada al visitante a lugares inhóspitos que no parecen terráqueos, se puede regresar a Puerto del Carmen y solazarse en las playas de Pocillos o Matagorda, ideales para la práctica del windsurf, cercanas al aeropuerto y a la capital, Arrecife. 

Fuente: ABC

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