martes, 22 de abril de 2014

Múnich: lo que no te puedes perder, además del fútbol

Múnich es la ciudad del Bayern. Pero más allá del fútbol, estos rincones la convierten en un destino sorprendente y especial


1. Surf en el río Isar 



Practicar surf en Múnich o fotografiar a los buscadores de la «ola perfecta» es posible en la capital de Baviera. Aunque pueda parecer extraño, el Parque Inglés guarda un rincón muy especial para los aficionados a esta modalidad que se practica habitualmente en el mar. Aquí lo hacen en el río Eisbach, un cauce artificial del río Isar que atraviesa el popular parqué muniqués, a muy pocos metros del Museo Nacional de Baviera. Nadar en este río está prohibido y sólo se autoriza la práctica del surf a deportistas expertos, pero lo cierto que en uno de los puentes pequeños del Eisbach todas las miradas se concentran en este grupo de surfistas que con su traje de neopreno negro hacen todo tipo de equilibrios para intentar no caer a un agua que tanto en verano como en invierno mantiene una gélida temperatura. La escena impacta más en los meses más fríos cuando nieva o llueve con intensidad. Los improvisados espectadores están abrigados hasta las cejas, mientras los «surfistas» caen una y otra vez al agua manteniendo siempre un orden para turnarse y evitar así cualquier tipo de accidente. Lo curioso de este fenómeno es que la «ola del Eisbach», que alcanza un metro de altura, no se produce artificialmente como en los clásicos parques acuáticos sino que su formación es natural cuando el agua choca con las rocas del río. Las olas dan tanto juego y tienen tanta calidad que desde 1972 se organizan diversas competiciones con gran éxito de público.

2. No estamos en Roma sino en la capital bávara 



La Residencia de Múnich fue el hogar oficial de los monarcas bávaros desde 1385 a 1918 y encierra por tanto más de 500 años de la historia de esta dinastía. El palacio es enorme y su visita imprescindible en la ciudad, aunque quizás la estancia que más maravilla a los visitantes es el Antiquarium, la Sala de Antigüedades, por su maravillosa bóveda de cañón y su sorprendente colección de más de trecientos bustos en mármol de emperadores romanos y de sus familias. La sala fue construida entre 1568 y 1571 y su autor, Wilhem Eckl, quiso hacer un indiscutible guiño a la arquitectura romana en el pavimento de mármol, los peldaños frontales y los zócalos laterales. El Antiquarium, la sala renacentista más grande al norte de los Alpes, fue destruida casi en su totalidad durante la II Guerra Mundial, pero fue restaurada con gran acierto tras el conflicto bélico. 

3. Los templos de la cerveza 



Se dice en Múnich que todo aquel que quiere disfrutar de su famosa cerveza y profundizar en la historia de esta popular bebida debe pisar alguno de los grandes salones de la vieja ciudad que cuenta con producción propia. Uno de los templos históricos de la cerveza es Hofbrauhaus (Platzl, 9) y funciona desde 1589 cuando inició su actividad comercial como fábrica de «weissbier» (cerveza de trigo) proveedora de la casa real bávara. Hoy la cervecería, que abre de nueve y media de la mañana hasta casi la media noche, recibe diariamente a más de treinta mil visitantes que degustan jarras de un litro o de medio litro, en el caso de las de trigo. Su cocina goza también de gran popularidad y en su carta no faltan salchichas blancas, codillos o carnes asadas. Todo en un ambiente festivo con la típica música tradicional en vivo. 

4. Las 43 campanas del carillón muniqués 



El carillón de Marienplatz es seguramente la primera atracción que disfrutan los turistas cuando llegan a Múnich. Ubicado en el viejo corazón de la capital, lo podemos encontrar en la torre del Ayuntamiento Nuevo (85 metros), un bello edificio neogótico de 9.000 metros cuadrados de superficie, construido entre 1867 y 1909, que destaca por sus gárgolas y figuras. El carillon, el quinto más grande de Europa, suena diariamente gracias a sus 43 campanas a las 11 horas, 12 horas y 17 horas (en verano), entonando hasta cuatro melodías. 

El conjunto está compuesto por 32 figuras autómatas de cobre que representan un torneo medieval (en su parte superior) y una danza típica de Múnich (en la inferior). 

5. El centro gastronómico más popular de Alemania 



Viktualienmarkt, a solo unos pasos de Marienplatz, era hace docientos años el mercado campesino más importante de la capital bávara. En la actualidad se ha convertido en un centro culinario al aire libre repleto de productos «delicatessen» que se venden en 140 puestos, todos ellos con comida procedente de todo el mundo. Desde 1975 ocupa una zona exclusivamente peatonal de 22.000 metros cuadrados y entre su amplia y variada oferta se puede comprar de todo: quesos, flores, miel, carnes, pasteles, panes, salchichas, verduras.... 

Abre de lunes a sábado y ocasionalmente organiza jornadas gastronómicas muy populares en la ciudad como la «fiesta del espárrago o del arenque« y el «día de los cerveceros». 

6. La «pisada del diablo» en la catedral 



«Frauenkirche», la catedral de Nuestra Señora, es la iglesia más grande de Múnich y uno de los edificios góticos más representativos de Alemania. El templo de 109 metros de altura, coronado por dos torres gemelas levantadas en 1525, resultó muy afectado durante la II Guerra Mundial, aunque se salvaron algunos tesoros como el mausoleo de Luis IV de Baviera, el altar de San Andrés y un pequeño grupo de vidrieras. A la entrada del templo, una huella en el suelo llama la atención de los visitantes. Se trata de la «pisada del diablo» que, según la leyenda, el diablo dejó durante su paso por la catedral. Pero son las torres, visibles desde cualquier punto de la ciudad, la principal atracción de esta iglesia que puede recibir a veinte mil feligreses en su interior. 

7. La Torre China 



Los «biergarten» («jardín de la cerveza») son todo un clásico en Múnich desde hace dos siglos. Estos jardines no sólo aportan una buena sombra para refugiarse del sol sino que se convierten en terrazas improvisadas para degustar cerveza y consumir el «pic-nic» o la propia comida que llevan sus clientes o visitantes. Estos sólo tendrán que abonar el precio de la bebida y en ocasiones gozarán con una mesa o banco de madera decorados con manteles, cubertería y objetos de porcelana. Uno de los más populares se encuentra en el Jardín Inglés junto a la histórica Torre China. Inspirada en un modelo del Jardín Botánico de Kew en Londres, su original pagoda de madera del siglo XVII ardió durante un bombardeo de la II Guerra Mundial y la que se admira ahora es una copia exacta. Quien no lleva comida de casa, puede comprar exquisitos platos regionales al son de la banda de música tradicional que toca desde la torre. En los días más calurosos del verano pueden juntarse aquí más de siete mil personas bebiendo la clásica cerveza bávara. 

8. Baños públicos en estilo modernista 




Uno de los secretos menos conocidos de Múnich lo encontramos en su oferta de baños públicos y piscinas climatizadas. El más espectacular se levanta junto al río Isar, al pie del «Ludwigsbrücke» (Puente de Luis), en un edificio modernista de 1901 que se llama Müllersches Volksbad. Diseñado por el arquitecto Karl Hocheder, fue un regalo del ingeniero Karl Müller al pueblo de Múnich y destaca por sobrio estilo «art noveau», visible en el exterior y en el interior del conjunto. Estos baños públicos -se cuenta que fueron la primera piscina pública de Europa- están abiertos todo el año y disponen de dos piscinas, zona de termas, solarium y cafetería. La entrada general a las piscinas cuesta 4,10 euros. 

9. La villa olímpica 



Aunque el Bayern Munich juega en el Allianz Arena desde 2005, visitar el antiguo estado olímpico de la ciudad es siempre una opción recomendable. El «Olympiapark» se construyó en 1972 con motivo de la celebración de la vigésima edición de los Juegos Olímpicos y dejó al mundo con la boca abierta por su estilo futurista. En esta superficie de 270 hectáreas se organizan ahora conciertos y otros espectáculos, pero sus dos atracciones principales siguen siendo la subida a la torre («Olympiaturm»), de 290 metros de altura, un magnifico mirador de toda la ciudad, y la visita al viejo campo de juego y vestuarios del equipo muniqués. Entre las instalaciones del parque destacan el propio estadio, con capacidad para 69.000 personas, piscinas, canchas de tenis, gimnasios, pista de patinaje sobre hielo y una zona de escalada al techo del estadio que puede ser utilizada por sus visitantes. 

10. El palacio natal del «rey loco» 



Un palacio y unos jardines de ensueño a las afueras de la ciudad. El palacio de Nymphenburg es un majestuoso edificio barroco que sirvió de residencia de verano a los reyes de Baviera. Aquí nació Ludwig II, el famoso «rey loco», y en su interior se pueden visitar algunas salas que recuerdan como fue su vida con pinturas, objetos personales y su conocida colección de trineos y carruajes. En el exterior, la fachada de 670 metros de longitud destaca ante un hermosos jardín de 240 hectáreas y un canal fluvial que se convierte en una improvisada pista de hielo en invierno. 

11. Para los amantes de los coches 



A los aficionados al mundo del automóvil una recomendación: la visita al museo de BMW. El edificio de oficinas exterior de «Fábricas Bávaras de Motores» es uno de los más originales de la ciudad por su forma circular y su color metalizado y ya en el interior nadie queda indiferente ante la fascinante historia de uno de los fabricantes de coches más famosos del mundo. Vehículos de carreras antiguos, piezas, prototipos y los últimos avances tecnológicos deslumbran a los apasionados por los coches en una magnífica exposición que se desarrolla en tres edificios. Un consejo: la visita completa dura al menos tres horas. Abre de martes a domingo, de diez de la mañana a seis de la tarde. 

Fuente: ABC

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