lunes, 7 de abril de 2014

Once secretos de Roma que quizá aún no conozcas

Entre abril y mayo, Roma estará llena de españoles. He aquí una ruta entre iglesias, calles o plazas que quizá sean un descubrimiento


1. La última restauración 



Han finalizado las obras de restauración de una de las iglesias más extrañas de Roma que suele poner los pelos de punta a los visitantes que penetran en su interior. Se trata de la Iglesia de Santa María de la Concepción de los Capuchinos, un templo situado en el número 27 de la Vía Vittorio Véneto, muy cerca de la estación de metro de Barberini, que guarda en su cripta huesos y esqueletos completos protegidos en algunos casos por el hábito de los monjes capuchinos. 

La historia cuenta que fue Fray Antonio Marcello Barberini quien ordenó el traslado de los restos mortales de los hermanos capuchinos desde el cementerio principal hasta esta cripta cuando el templo fue terminado en 1631. Estos restos fueron colocados minuciosamente en la cripta formando siniestras figuras decorativas repletas de simbolismo. Toda una metáfora sobre la muerte, a poco más de 500 metros de la famosa escalinata de Plaza de España. Hay seis capillas diferentes en este espacio que albergan huesos de más de 4.000 monjes capuchinos fallecidos entre 1528 y 1870. Es, sin duda, uno de los osarios más escalofriantes de la capital italiana con un frase lapidaria en una de sus capillas: «Aquello que vosotros sois, nosotros éramos; aquello que nosotros somos, vosotros seréis». 

2. La primera iglesia circular de Roma 



La Iglesia de San Stefano Rotondo, situada muy cerca del Coliseo en el Monte Celio, fue la primera iglesia con forma circular que se construyó en Roma, aproximadamente en el periodo 468-473. En sus orígenes las paredes exteriores existían ocho entradas. Todo el templo mantiene una atmósfera muy original y nadie queda indiferente al ver los 34 frescos plasmados por Pomarancio y Tempesta en 1600 por toda las pared circular. 

En el llamado «Martirologio» se representan horribles martirios, persecuciones y ejecuciones de los cristianos antiguos aportando citas bíblicas y el nombre del emperador que ordenó estas condenas. Se cuenta que estas pinturas eran vistas por los jesuitas romanos que viajaban a Oriente para que conocieran cual podía ser su destino final. 

3. Una cerradura «mágica» 



En el Aventino, una de las siete famosas colinas de Roma, se encuentra la vista más original de un monumento en la capital italiana. Para disfrutarla hay que acercarse al portal del Priorato de los Caballeros de Malta y arrimar el ojo a una cerradura muy especial desde la que se divisa, con una precisión matemática, la cúpula de la Basílica de San Pedro que se levanta majestuosamente al final de una avenida cubierta de árboles. Este pequeño secreto de la residencia del gran maestre de la Orden lo descubres en la puerta verde del número 3 de la Piazza dei Cavalieri di Malta. 

4. El mejor expresso romano 



Situado enfrente del Senado de la República italiana, muy cerca de Piazza Navona y del Panteón, Sant'Eustachio Il Caffè presume de ofrecer el mejor café expresso de la ciudad, aunque su fórmula sigue siendo un secreto para turistas y vecinos de este barrio donde se levanta la basílica de San Eustaquio. 

Muy próxima a este templo, que exhibe en lugar de una cruz un ciervo blanco con una cruz colocada entre los cuernos, encontramos este local que abrió en 1938 y es regentado desde 1999 por los hermanos Raimundo y Roberto Ricci. El negocio mantiene su vieja máquina de tostar los granos de café (1948), todavía en funcionamiento, en un ambiente con sabor a «dolce vita». 

5. Una capilla en honor a la santa de Ávila 



En Roma hay decenas de iglesias que se distribuyen por toda la ciudad, pero una de ellas tiene en su interior un gran referente español. La fachada exterior de la Iglesia de Santa María de Vitoria pasa prácticamente desapercibida, pero no una de sus estancias más importantes que lleva el nombre de Capilla de Cornaro. En esta capilla brilla la maravillosa pieza de Bernini “El Éxtasis de Santa Teresa”, una de las obras maestras de la escultura barroca que representa a la santa de Ávila, beatificada en 1614 por Paulo V y finalmente canonizada en 1622. 

Las dos figuras principales de la obra nos hablan de un episodio narrado por Santa Teresa en uno de sus escritos, en el que describe cómo un ángel le atraviesa el corazón con un dardo de oro. La escena recoge el momento en el que el ángel saca la flecha y la expresión del rostro muestra los sentimientos de dolor y placer de la santa. 

6. El Tartufo Nero de Piazza Navona 



En Roma abundan la buenas heladerías (gelaterias) pero la Piazza Navona concentra algunas de las mejores. La oferta es muy variada, pero si hay que elegir un buen helado original no puede ser otro más que el Tartufo Nero. Esta auténtica delicia en forma de trufa helada pasa por ser una de las especialidades romanas y se la identifica rápidamente. Se trata de una bola formada por una crema de chocolate suave y diminutas virutas de cacao en medio y coronada por una crema de chantillí. La Gelateria Tre Scalini es el sitio perfecto para degustar este manjar, pues su terraza exterior es muy agradable y permite gozar de una buena vista de las tres espectaculares fuentes de la que para muchos es la plaza más hermosa de la capital italiana. 

7. El cementerio protestante 



Cuatro mil tumbas componen este cementerio llamado «de los protestantes», aunque históricamente sirvió para dar el reposo final a aquellos fieles de otras religiones que no eran católicos. Antiguamente las leyes del Estado Vaticano no permitían enterramientos dentro de la ciudad a los no católicos y estos eran sepultados fuera de las murallas de la ciudad o en los campos más próximos. Entre sus tumbas destacan las de dos de los máximos exponentes de la poesía romántica inglesa, Percy Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821), que murieron ambos en Italia, pero también el cementerio acoge a muchos personajes del mundo del arte, la cultura y la política como Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista Italiano. Este campo sagrado se encuentra en el barrio de Testaccio, un lugar estratégico al lado de la Pirámide Cestia. 

8. Cuatro fuentes y tres obeliscos 



El pequeño cruce de Quattro Fontane, así denominado por las cuatro fuentes (s. XVI) que decoran sus esquinas, tiene una curiosa particularidad. Es el único punto de la ciudad, y quizás del mundo, desde el que se divisan tres obeliscos: el de la Piazza di Spagna, el de Santa María Mayor y el del Quirinal. Muy cerca se encuentra San Carlo alle Quatro Fontane, una iglesia de reducidas dimensiones consagrada a Carlos Borromeo a la que se conoce popularmente como «San Carlino». Se trata de la obra más representativa de Borromini. 

9. Trastevere, el barrio más personal 



Bullicio constante. De día y de noche. Trastevere («Tras el Tiber») es el decimotercer «rione» (barrio) de Roma y para muchos el más personal de la ciudad. Ubicado en la ribera oeste del río, mantiene su gracia y personalidad con sus «strade» (calles) y «sampietrini» (adoquines del centro histórico romano) y sus cientos de vecinos y extranjeros que llenan el barrio en busca de pubs y las mejores pizzerias y trattorias. Un barrio sin aceras, con edificios desconchados y coladas tendidas, que conserva parte de su entramado medieval. San Crisogono, Ponte Sisto, Santa Maria in Trastevere, Santa Cecilia in Trastevere, la Isla Tiberina en el centro del río Tiber y la bella colina del Gianicolo son visitas imprescindibles en un espacio urbano original donde lo mejor es perderse por sus calles estrechas y serpenteantes. 

En el Trastevere está una pequeña iglesia, San Francisco a Ripa. Y una pequeña historia. Los monjes franciscanos buscan unos 100.000 euros para restaurar la celda de San Francisco de Asís. Esta iglesia romana acogió al santo a comienzos del siglo XIII, pero ahora amenaza ruina. 

10. El Rastro romano 



Los domingos por la mañana hay que darse una vuelta por el Mercado de Porta Portese, un mercado callejero parecido al Rastro madrileño, donde se puede encontrar de todo. Se instala junto a la Pirámide de Cayo Cestio, monumento funerario de la época romana, y está considerado como uno de los mercadillos más grandes del mundo con más de cuatro mil puestos. Otros mercadillos romanos populares son el del Camo de Fiori y el de Testaccio (alimentación); Borguetto Flaminio y Piazza Verdi (antigüedades), Piazza dell'Emporio (zapatos) y Via Margutta (obras de arte). 

11. San Lorenzo, el barrio bohemio y de la «movida» romana 



El barrio favorito de Pier Paolo Pasolini es ahora el barrio bohemio y estudiantil de la ciudad, donde los aficionados al shopping pueden disfrutar también. Conocido también como el barrio Pigneto es una de las zonas más vitales por su oferta cultural y artística con el «buque insignia» del Pastificio Cerere, una antigua fábrica de pasta en la que hoy trabajan artistas y se pueden visitar exposiciones. En torno a Vía del Pigneto se concentra la juventud en busca de la movida romana con bares indie y música en vivo, pero también un puñado de tiendas con encanto y de segunda mano. 

Fuente: ABC

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