jueves, 24 de julio de 2014

10 paisajes marcianos pero que están en la Tierra

Existen lugares en el mundo sobre los que uno se pregunta si son realmente de otro planeta. Paisajes y parajes tan sumamente extraterrestres que colarían fácilmente en una película de ciencia-ficción o en un documental sobre Marte. Pero por fortuna están aquí, en la Tierra, y la mayoría de ellos son muy accesibles. ¿Te apetecería visitarlos sin necesidad de nave interplanetaria? 



Os proponemos un viaje a 10 paisajes extraterrestres de nuestro planeta.

Valle de la Luna (Atacama, Chile) 


Ya sólo con el nombre es posible hacernos creer que hemos viajado por el espacio. A un paso de San Pedro de Atacama, en Chile, se encuentra un paisaje conformado por la erosión y bañado con la sal que ha blanqueado las rocas de distintas formas. El lugar es sobrecogedor, silencioso y permite disfrutar de uno de los cielos estrellados más brillantes que se puedan ver en el mundo. 


El Salar de Uyuni (Bolivia) 


Yéndonos hacia el otro lado de Atacama, atravesando el altiplano y llegando hasta la vecina Bolivia, nos encontramos con uno de los lugares más sobrenaturales que existen. El Salar de Uyuni es el desierto de sal a mayor altura del planeta, superando los 3600 metros sobre el nivel del mar y ocupando una extensión superior a los 10000 kilómetros cuadrados. Es completamente llano y uno llega a perder la perspectiva en un horizonte que parece infinito. En distintas zonas hay agrupados numerosos montoncitos de sal que, mezclados con las grandes charcas que se encuentran en el salar, permiten obtener fotos absolutamente extraterrestres de un paisaje único. 


El Delta del Okavango desde el aire (Botswana) 


¿Qué sucede cuando un río no desemboca en el mar sino en un desierto? Lo podemos ver a la perfección en el Delta del Okavango, Botswana, donde el agua se extiende por donde puede dibujando los colores de la Naturaleza más salvaje. Las fotografías aéreas también nos permiten hacer un viaje en el espacio… 


Zabriskie Point (Death Valley, Estados Unidos) 



Al oriente del Valle de la Muerte, en California, el suelo se vuelve rugoso como recuerdo de los sedimentos de un lago que se secó hace más de cinco millones de años. Es como si alguien hubiese arrugado un mantel y se hubiese quedado petrificado para siempre. Lo mejor son los colores amarillentos que de despliegan en unas colinas que quedan muy cerca de Furnace Creek y que dan nombre a una polémica película de 1970 dirigida por Michelangelo Antonioni cuya música puso el grupo Pink Floyd. Zabriskie Point es uno de los lugares indiscutibles para ver en Death Valley y decir eso de que “estamos en otro planeta”. 

Dead Vlei (Desierto del Namib, Namibia) 


En pleno desierto del Namib encontramos The Dead Vlei, que significa “Laguna Muerta” y que precisamente nos lleva a un lugar que mucho tiempo atrás contuvo agua y se secó. Pero sobre el suelo blanquecino crecieron acacias, ahora fosilizadas, que contrastan con las dunas de arena naranja que abrazan a la totalidad del conjunto. La mezca de ingredientes nos regala uno de los paisajes más extraterrestres que podamos encontrar jamás. Pocos sitios como este son mejores para los amantes de la fotografía, cuyo trabajo deja siempre resultados de auténtica ciencia-ficción. 


Isla de Socotra (Yemen) 


Una isla a más de 300 km de las costas de Yemen y mucho más próxima a las de Somalia. Su aislamiento ha permitido la floración de más de 800 especies vegetales, muchas de las cuales son totalmente endémicas (cuentan con dragos algo más pequeños que los que vemos en Canarias y con unos árboles que se asemejan a pequeños baobabs) en un terreno totalmente rocoso, árido y seco. Deja también unas imágenes que nos harían replatearnos si estamos o no en el Planeta Tierra. 


Macizo de Hoggar (Argelia) 


En el sudeste de argelia el desierto del Sáhara se vuelve un mar de rocas volcánicas. Surgen de él montículos caprichosamente modelados por la erosión en el conocido como Macizo de Ahaggar (también dicho de Hoggar) que regalan a los pocos visitantes que llegan a él unas panorámicas fabulosas capaces de emocionar a los más escépticos. 


Desierto de Wadi Rum (Jordania) 


Si existe un lugar parecido al Planeta Marte, ese es el Desierto de Wadi Rum, en el sur de Jordania. Su arena es completamente roja y le acompañan colinas (jebels) dispersas en mitad de la nada que sirvieron de refugio al mismísimo Lawrence de Arabia. Afortunadamente es uno de esos lugares extraterrestres más accesibles a los viajeros, ya que apenas está a un par de horas de la ciudad nabatea de Petra y se encuentra bien comunicado por carretera. Lo más aconsejable es recorrerlo en 4×4, en camello y un poco a pie. No habrá batería suficiente en la cámara fotográfica para inmortalizar cada instante que es aún mejor que el anterior. 


Campo de Géiseres Sol de Mañana (Bolivia) 


Aunque los Géiseres del Tatio (Chile) son más conocidos por su magnitud, no demasiado lejos de éstos, aunque ya en Bolivia, descubrimos otro campo de géiseres asombroso. Se trata de Sol de Mañana, donde además de observar las humaredas (lo mejor es por la mañana a primera hora) se aprecian numerosos charcos de barro rojo o gris hirviendo como si fueran lava. El sonido de las burbujas y los repetitivos estallidos que hacen saltar el propio barro, junto al paisaje altiplánico ya de por sí curioso, hacen que este sea uno de los rincones que considero no debían faltar en esta lista. 


Parque Nacional de Timanfaya (Lanzarote) 


En España también contamos con no pocos parajes extraterrestres. En la isla canaria de Lanzarote, por ejemplo, se encuentra el Parque Nacional de Timanfaya, de origen volcánico y con nada menos que veinticinco volcanes en una extensión de poco más de 51 kilómetros cuadrados. Resultado de distintas erupciones (la última en el Siglo XVIII) está compuesto por cenizas, rocas expulsadas de las montañas y los conos volcánicos que le dan esa forma tan inusual y bella a partes iguales. Y lo mejor es que la actividad volcánica aún no ha terminado, lo que permite sentir el calor en el suelo y en las paredes rocosas. Tierra viva y que bien merece la pena un buen viaje. 


Son muchos más los paisajes que podemos definir “de otro planeta” pero nos pasaríamos la vida escribiendo de ellos en este artículo. Las cañanas del Teide, los glaciares de piedra de Catamarca, las minas de Ríotinto, las chimeneas de las hadas en Turquía o la totalidad de Islandia. El mundo es demasiado bello y, a su vez, demasiado extraño para tener la capacidad de hacernos creer que no nos encontramos en él.

Fuente: Cadena SER

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