lunes, 28 de julio de 2014

Diez motivos por los que querrás «emigrar» a Ecuador

Muchos ecuatorianos vienen a España a trabajar. Pero su país es un tesoro turístico poco conocido. Mira lo que te espera


1. Islas Galápagos 



A casi mil kilómetros de Guayaquil, las Galápagos es un archipiélago volcánico aún en formación. Descubiertas por casualidad en 1535 en un viaje al Perú de Fray Tomás de Berlanga, obispo de Panamá, son uno de los pocos paraísos casi vírgenes que quedan en la tierra, con unos paisajes primigenios por los que parece no haber pasado el tiempo. 

De las 7.214 especies de animales identificadas, el 31 por ciento son endémicas. Y todas ellas componen una fauna amable y confiada a la que los turistas se pueden acercar y casi tocar ya que no es nada agresiva. 

En 1978 estas islas fueron con toda justicia el primer lugar del mundo declarado Patrimonio de la Humanidad, y hoy son merecidamente el primer destino turístico en Ecuador. En los últimos veinte años, el número de visitantes se ha cuadruplicado. En 2013 recibió a 204.295 turistas. 

2. Tren Crucero 



Un tren turístico de lujo, llamado «Tren Crucero» viaja desde Quito a Guayaquil y viceversa durante cuatro días, recorriendo la costa y buena parte de los Andes a través de paisajes tan variados como deslumbrantes. 

Construido como un tren de época, y tras una inversión de 280 millones de dólares (unos 208 millones de euros) para rehabilitar 456 km. de vías férreas, va haciendo paradas (por eso se llama crucero) en lugares de especial interés como comunidades y mercados indígenas, parques nacionales, pueblos... y para dormir en hoteles-haciendas exclusivos. Una de las paradas más interesantes se realiza en la llamada «Nariz del Diablo», una montaña a la que sube el tren haciendo un espectacular zigzag, por lo que se ha ganado el sobrenombre de «el ferrocarril más difícil del mundo». 

Algunos de los tramos más significativos del recorrido son conducidos por vetustas locomotoras a vapor de principios del siglo XX convenientemente restauradas. 

3. La Amazonía 



Conocida como el «Océano Verde», la Amazonía se reparte entre nueve países de América del Sur, entre ellos Ecuador. Tierras salvajes que representan el 54% de la totalidad de las selvas tropicales del mundo y producen el 20 % del oxígeno de la Tierra. 

Más que un ecosistema, la Amazonía (más de 7 millones de km², ¡catorce Españas!) es una forma de vivir para sus habitantes y una experiencia única para los que la visitan. Afortunadamente todavía no se llega a ella en avión, ni en tren, la aproximación hay que hacerla como mucho en coche, poco a poco, aclimatándose al ambiente físico y al psicológico. 

En el Napo, el río que nace al pie del volcán Cotopaxi y que recorrió Francisco de Orellana en 1542 hasta dar con el Amazonas, viven numerosas tribus, una de ellas son los mayuma , preparados para recibir a los turistas. En un pequeño museo antropológico se exhiben vestimentas tradicionales, cuyo uso es explicado a los visitantes por una indígena. Un contacto sencillo con los aborígenes asequible para cualquier viajero.

4. Quito colonial 



Quito, la capital, fue fundada por los españoles hace 480 años, y es la primera ciudad que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1978), y una de las 21 finalistas en el certamen Siete Ciudades Maravilla del Mundo

Posee los barrios coloniales más extensos y mejor conservados de América, un impresionante rompecabezas arquitectónico de 320 hectáreas en los que se suceden calles estrechas, iglesias, monasterios, palacetes, museos y plazas que abarcan desde el s. XVI al XX. 

Un atractivo especial son las llamadas Noches Patrimoniales, que se celebran todos los sábados al caer el sol con recorridos temáticos amenizados con música danza y representaciones teatrales. 

Entre su sorprendente patrimonio colonial destaca la iglesia de La Compañía ser Jesús, cumbre del barroco iberoamericano; la de San Francisco, quizá la más representativa de la arquitectura del s. XVI; la Plaza Grande o Plaza de la Independencia, origen de la ciudad con el Palacio Presidencial, el Palacio Arzobispal y el hotel Plaza Grande; La Ronda, una calle tradicional sinónimo de bohemia, gastronomía y diversión... 

5. La Avenida de los Volcanes 



A principios del s. XIX el científico Alexander Von Humboldt bautizó con el nombre de Avenida de los Volcanes a todo el valle interandino del Ecuador. Tiene más de 300 km. de longitud y unos 50 de anchura y va de la provincia de Imbabura, al norte de Quito, hasta el sur del Ecuador. Alberga a más de 70 volcanes que se intercalan con otras montañas para formar todos ellos la cordillera de los Andes ecuatorianos. 

Uno de los más conocidos por su belleza (cono simétrico) y por ser uno de los volcanes activos más altos del mundo (5.943 m.) es el Cotopaxi , de cumbres siempre nevadas. Se encuentra en el Parque Nacional del mismo nombre y a sólo 50 km. de Quito. En sus laderas pueden verse numerosas llamas, ciervos y zorros, y con mucha suerte, algún puma.

6. Panamás del Ecuador 



Resulta que los sombreros de Panamá son originales del Ecuador. Aunque a su llegada los conquistadores españoles comprobaron que los indios de la costa del Pacífico se cubrían la cabeza con gorros de paja, no es hasta mediados del siglo XVII cuando se tiene constancia de que en la provincia ecuatoriana de Manabí, fundamentalmente en las ciudades de Jipijapa y Montecristi, se fabricaban sombreros confeccionados con una fibra llamada paja toquilla. Durante muchos años abastecieron al mercado local hasta que, a finales del siglo XIX recibieron el encargo de hacer centenares de sombreros frescos y livianos para los obreros del Canal de Panamá. Es tras su inauguración (1913) cuando la foto del presidente norteamericano Theodore Roosvelt tocado con un jipijapa da la vuelta al mundo y populariza definitivamente este sombrero entre las clases selectas. 

Desde entonces, centenares de figuras de la cultura y la política han contribuido a su difusión: Marlon Brando, Orson Welles, Humphrey Bogart, Frank Sinatra, Sean Connery... En «Muerte en Venecia» hay una escena en la Playa del Lido con fondo del «Adagietto» de la Quinta Sinfonía de Mahler en la que el profesor Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde) y el mozalbete Tadzio (Bjorn Andresen) juegan al ratón y al gato. Ambos aparecen con un sombrero ecuatoriano de panamá. 

En Sígsig, a 60 km. de Cuenca, aún quedan algunas tejedoras de las finas hebras de paja toquilla con la que realizan auténticas obras de arte Made in Ecuador, aunque se conozcan en todo el mundo como «Panama Hats». 

7. Gastronomía desconocida 



Un perfecta desconocida, como tantas cosas en Ecuador, la gastronomía ha mejorado considerablemente en los últimos años. Sin tener ningún Ferran Adriá, ningunos hermanos Roca, o incluso ningún Gastón Acurio, Ecuador dispone de maestros de los fogones de primera categoría como Homero Miño, Juan Carlos Solano, Carlos Gallardo... y muchos otros que algún día saldrán del anonimato internacional. 

Y es que Ecuador lo tiene difícil entre dos colosos gastronómicos como son México, al norte, y sobre todo Perú, al sur. Aunque ya ha empezado a andar su propio camino. 

Cocinas muy diferentes, como diferentes son las regiones del país. En la costa pescados y mariscos son la base, que para algo los langostinos son el tercer producto más importante de exportación, después del petróleo y los plátanos. El ceviche, de langostinos, pulpo o pescado, es uno de sus platos estrella. 

En el interior las carnes, y entre ellas las de cuy (conejillo de Indias), un animal rechazado por muchos extranjeros, pero que en definitiva es simplemente un conejo, como su nombre indica. 

Fantásticos asados de vaca, parecidos a los argentinos o uruguayos. Seco de chivo, un guiso de carne de cabrito; o locro, una sopa de patatas, queso y maíz. 

El restaurante “Tiestos” de Cuenca es uno de los mejores del país, sabiamente dirigido por Juan Carlos Solano. 

8. Diversidad étnica 



Ecuador es un país multicultural, multiétnico y multirracial. En una superficie equivalente a la mitad de España conviven 14 millones de personas de más de 200 nacionalidades reconocidas oficialmente, la mayoría quichuas o kichwas (quechuas norteños). 

Uno de los mayores atractivos de recorrer el Ecuador es descubrir sus diferentes tipos humanos que nos encontraremos desde la selva amazónica al altiplano andino y la costa del Pacífico. Grupos amazónicos como los shuar, los arawak y los mayuma, conviven con las numerosas etnias andinas aymaras y quechuas como los pruhá, tomabela, karanki... y todos ellos con los mestizos, amerindios, blancos, africanos, asiáticos... 

9. El nuevo Guayaquil 



Guayaquil es la ciudad más poblada (3,3 millones) y más grande de la República del Ecuador. Creada a mediados del s. XVI como defensa frente a los ataques de los piratas, pronto destacó como puerto de carga y ciudad de comercio, llegando a ser considerada una de las «Perlas del Pacífico». 

Fue la primera ciudad ecuatoriana que obtuvo la independencia de España (1820), pero el Gran Incendio de 1896 la destruyó en gran medida. Fuera causado por los centralistas de Quito, recelosos del gran desarrollo guayaquileño, o por los conservadores a los que no les agradaba la política liberal del presidente José Eloy Alfaro, el caso es que el comienzo del s.XIX marca la decadencia de esta ciudad, pese a seguir siendo la «capital económica» del Ecuador. 

A partir de 1992 las autoridades locales emprenden la difícil tarea de su modernización, que empieza a dar sus frutos al arrancar el s.XXI con las campañas «Regeneración Urbana» y «Guayaquil Más Ciudad», que recibirá el espaldarazo definitivo con la llegada a la Presidencia en 2007 de un guayaliqueño de pro: Rafael Correa. 

El nuevo Malecón del Río Guayas, la renovación del Barrio del Centenario y el Cerro de Santa Ana, son solo tres ejemplos fehacientes de la regeneración de una ciudad que está llamada a ocupar un lugar relevante dentro de las más competitivas de Latinoamérica. 

10. El Quito más «cool» 



Ya hemos hablado del Quito colonial, histórico. Junto a él existe un Quito moderno, «cool», al que allí llaman «pelucón», lo que nosotros calificaríamos de «pijo». En él se encuentran muchos de los restaurantes de la nueva cocina, las galerías de arte más modernas, las tiendas de diseño más originales, los locales con la música más atrevida en directo... 

Barrios como Cumbayá se han convertido en los últimos años en uno de los centros vanguardistas más importantes de Quito, que ha pasado de ser un pequeño pueblo rural, a convertirse en el principal destino inmobiliario de la capital. 

Otro barrio rompedor es La Mariscal, cuyo epicentro es la Plaza Foch. Zona residencial de clase alta desde principios del s.XX. En los años 70 sufrió un despoblamiento progresivo de la alta burguesía que es reemplazada por colectivos marginales, muchas veces asociados a la delincuencia. Hace unos quince años, La Mariscal resurgió de la mano de jóvenes intelectuales que la han renovado tan a fondo que en la actualidad ya es conocida como «La Zona», sin más. 

Fuente: ABC

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